Por Ezequiel Nova
Santo Domingo, R.D. – Las lluvias torrenciales que han azotado República Dominicana en los últimos años han dejado una secuela de tragedias humanas, pérdidas materiales y un llamado urgente a la acción. Desde deslizamientos de tierra en zonas vulnerables hasta el colapso de infraestructuras urbanas, cada temporada de lluvias revive el temor de que lo peor aún está por venir.
Vidas bajo riesgo constante
En barrios como Los Ríos, La Yagüita del Pastor en Santiago o La Barquita en Santo Domingo, miles de familias viven al borde del colapso. Casas construidas en laderas inestables o a orillas de ríos enfrentan cada aguacero como una amenaza directa. En noviembre de 2023, una tormenta dejó al menos 30 muertos y desplazó a más de 20 mil personas. Una de las tragedias más impactantes fue el derrumbe de una pared en el paso a desnivel de la avenida 27 de Febrero, donde fallecieron nueve personas.
Infraestructura vulnerable y negligencia estatal
Expertos señalan que la falta de planificación urbana y el deterioro de obras públicas son factores que agravan el impacto de las lluvias. “Tenemos puentes que colapsan por falta de mantenimiento, alcantarillados obstruidos y sistemas pluviales obsoletos”, afirma el ingeniero civil José Ramón Mota.
El cambio climático intensifica el problema
La intensificación de fenómenos meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático agrava el panorama. Tormentas que antes eran excepcionales ahora ocurren con mayor frecuencia. Las autoridades han advertido sobre un patrón creciente de precipitaciones intensas en lapsos cortos, lo que aumenta el riesgo de inundaciones repentinas.
Historias que duelen
María Teresa Gómez, residente de San Cristóbal, perdió a su hija de 8 años cuando un alud de tierra destruyó su vivienda en 2022. “Todo lo que teníamos se fue con la lluvia”, dice entre lágrimas. Historias como la suya se repiten con cada frente frío o vaguada que afecta al país.
¿Qué se está haciendo?
El Gobierno ha anunciado inversiones en infraestructuras resilientes y reubicación de familias en zonas de alto riesgo, pero muchas de estas promesas aún no se concretan. Organizaciones como la Cruz Roja Dominicana y los cuerpos de bomberos realizan labores preventivas y de emergencia, aunque su alcance es limitado.
Las lluvias no son nuevas, pero su impacto se ha vuelto más destructivo. República Dominicana enfrenta el reto de adaptarse a un nuevo clima y proteger a su población más vulnerable. Sin acciones contundentes, cada gota de lluvia seguirá cayendo como una amenaza latente.
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