Por Ezequiel Nova
Si hoy el merengue sigue sonando en las calles, en las patronales y en la radio, no es gracias a los hombres que se durmieron en sus laureles, sino por tres mujeres que le echaron carácter: Milly Quezada, Miriam Cruz y Fefita La Grande.
Milly, la reina de reinas, ha demostrado que no hay escenario demasiado grande para su voz. Esa mujer convirtió el merengue en un sello de calidad y le dio nivel internacional cuando muchos se estaban apagando.
Miriam Cruz, la diva eterna, se plantó en un género machista y dijo: “Aquí estoy yo, y nadie me tumba”. Su estilo moderno, su glamour y esa picardía femenina hicieron que el merengue no quedara como un recuerdo del pasado, sino como un ritmo que todavía tiene fuego.
Y Fefita La Grande, ¡la gran soberana del típico! Esa mujer es folklore puro, irreverente y sin miedo. Con su acordeón bajo el brazo sigue llenando tarimas, demostrando que lo auténtico no muere aunque pasen las modas y los reguetones quieran adueñarse de todo.
Mientras muchos merengueros se cansaron, se perdieron o se conformaron, ellas siguieron guerreando, con tacos, lentejuelas y acordeón, manteniendo viva la música que nos identifica.
La verdad hay que decirla sin maquillaje: el merengue sigue respirando porque Milly, Miriam y Fefita nunca soltaron la bandera. Son las que mantuvieron el calor, la fiesta y la dignidad de un género que es parte del alma dominicana.
Así que a los que critican y dicen que el merengue está en crisis: mírense en ese espejo. Porque hoy más que nunca, el merengue tiene rostro de mujer… y de mujeres que no se rinden.
💥 El merengue está vivo, y lo que está vivo, baila.
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