Por (Lic. Juan Taveras de Oleo)
Como psicólogo clínico y defensor del bienestar emocional de nuestra gente, no puedo quedarme en silencio ante un hecho tan grave. Este jueves tuve conocimiento de un caso que, una vez más, evidencia cómo el presunto entramado fraudulento dentro de SeNaSa ha atentado directamente contra la salud mental del país, especialmente contra nuestros niños.
Me refiero a la denuncia presentada por el abogado Martín Arubiera, representante de una de las partes querellantes en la investigación “Operación Cobra”. Según explicó, las terapias médicas de un niño con autismo fueron reportadas como “consumidas” en el sistema de SeNaSa, aunque el menor solo había recibido la primera sesión.
La madre del niño llevó inicialmente a su hijo al Centro Psicológico Familiar de Bonao para iniciar el proceso terapéutico. Pero cuando acudió a otro centro para continuar, le informaron que su seguro no aplicaba porque, según el sistema, todas las terapias correspondientes al periodo ya habían sido agotadas.
Lo más indignante es que la madre nunca utilizó todas las sesiones autorizadas por SeNaSa. Aun así, aparecían como utilizadas, obligándola a pagar terapias y consultas de su propio bolsillo, pese a tener un seguro vigente.
Como profesional de la salud mental, esto me resulta profundamente doloroso. Estamos hablando de un niño con autismo, cuya intervención temprana es vital. Ver cómo se manipulan servicios esenciales para beneficio de unos pocos demuestra el nivel de abandono institucional al que han sido sometidas nuestras familias más vulnerables.
Casos como este deben indignarnos como nación. No es solo un fraude administrativo: es un atentado directo contra la salud mental de nuestro pueblo. Y como Lic. Juan Taveras de Oleo, psicólogo clínico, seguiré alzando mi voz donde sea necesario para que esta realidad no quede impune.
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